Por Gustavo Rubio para DECILO Fuerte
Puedo defenderme con un arma de fuego?
Una pregunta bastante tonta por cierto. Hasta un niño lo sabe. Pero en los últimos años de abolicionismo legal el concepto de defensa ha quedado bastante distorsionado y esto se vio en el caso del tirador de San Martín.
Esa doctrina abolicionista, a la cual la podemos resumir en algo así como “no es culpa del criminal, sino de la sociedad” (las victimas son las culpables de tener bienes) llevó a que la tergiversación de conceptos tomara un papel relevante en la psiquis colectiva. De pronto una mujer golpeada de 50kg que disparaba en contra de su pareja de 120kg que la quería ahorcar era mal vista o cuestionada cuanto menos. Era preferible un papelito en el cual le decía a la basura humana “no podes acercarte por malo” a que una víctima tomará una defensa activa..
Todo esto después de pasar innumerables veces por la comisaría para obligarlos a tomarle la denuncia mientras de daban un panfleto que decía que el gobierno trabajaba en “ni una menos”. O que un tipo defendiera a tiros a su familia de un grupo armado que había invadido la tranquilidad de su hogar y lo primero que le preguntaban era por qué tenía un arma en la casa como si el defensor fuese el culpable de lo sucedido. Sumémosle al “gran boga Zaffaroni” que afirmaba que si te afanaban el auto estaba bien porque lo habías dejado en la vía pública o que si alguien violaba a una chica con la luz apagada era abuso deshonesto solamente porque no se obtenía placer visual… Ese tipo de aberraciones y jueces subidos al carro del tobilleras para todos, hicieron que el concepto de propiedad garantizado por la Constitución se viera torpedeado seriamente. Si bien ese abolicionismo es antinatural, la gente comenzó a resignarse a que los que manejaban la ley la interpretaran “a piacere” y en general a favor de quienes cometían los atropellos.
Quizás el punto de inflexión más claro se vio con lo que pasó en el microcentro porteño.
Dejando bien en claro que la situación sucedió entre personas fuera de la ley (tanto motochorros como al abogado inflingian la ley, cosa que los medios nunca aclararon debidamente) surgió nuevamente el debate azuzado por los desarmistas de turno: es correcto que una persona, ahora dentro de la ley, puede usar un arma de fuego para defenderse?
Pues sí y sin entrar en tecnicismos legales (no es la intención de esta columna), se sabe que uno tiene derecho a proteger su vida, las vidas de terceros y hasta bienes en caso de una agresión ilegítima, pudiendo evitarla o repelerla, de la forma en que la persona lo considere necesario, asumiendo las responsabilidades de su decisión.
Nadie tiene derecho a despojar al otro de sus bienes de manera ilegal, atentar contra su integridad o vida y si lo hiciera, deberá asumir las consecuencias de sus actos.
Se ha instaurado que es preferible que te roben el fruto de tu esfuerzo y el de tu familia a que te defiendas y protejas lo tuyo. Si lo haces está mal visto y condenado por una sociedad que repite el mantra desarmista “las armas de fuego son la culpa de todo lo malo” sin pensar dos segundos que las personas son las que hacen que las cosas sucedan.
Debemos resaltar, contrario al abolicionismo, que quien pone su propia vida en riesgo y arriesga la de los demás en primer lugar, es quien quebranta la ley buscando hacerse de la propiedad ajena. Defender lo propio no tendría por qué estar mal visto ni ser moralmente inferior. Frente a este dilema debemos preguntarnos qué se esconde detrás del desarme civil, la doctrina legal abolicionista y la estigmatizacion de la defensa de los frutos del trabajo en una sociedad que se encuentra a merced del más fuerte. Y la realidad nos muestra día a dia que pasa con las personas indefensas.
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