La violencia del desarme civil
Por Gustavo Rubio para Decilo Fuerte
Desde finales de marzo de 2017 la situación institucional grave que vive Venezuela se viene precipitando. La caída en el abismo se ha acelerado y con ello la democracia y la libertad ya no se mueren de hambre como los hermanos venezolanos en los ultimos meses frente a pasividad de los paises de la “Patria Grande” sino que se desangra a la velocidad de una arteria lacerada. Los disturbios en las calles y las protestas frente a un régimen opresor violento tienen, por un lado, al pueblo, hambreado e indefenso por un lado y por otro a las fuerzas gubernamentales y a las fuerzas paraestatales denomidas colectivos bolivarianos.
Estos colectivos bolivarianos, militantes chavistas en motitos, patoteros y matones se dedican a tirotear y balear a los manifestantes disidentes con la impunidad que les da el ser amigos del poder. Son el brazo de armado del régimen. Unos camisas pardas intocables que visten los colores rojos sangre del Che. Criminales armados que se caragron a la Miss Venezuela en las primeras marchas en contra del chavismo. Las filmaciones desde los departamentos de Caracas mostraban como apuntaban y disparaban sin prejuicio alguno, tomando puntería, contra todo aquel que no usara uniforme o los colores del partido. Son los pilares que el populismo latinoamericano genera si el tiempo en el poder es el adecuado.
Esta aberración social y asesina pudo ser posible sólo gracias al desarme civil impuesto por Chavez a principio de la primera década del siglo XXI.
Venezuela era un país de grandes diferencias sociales e historia de violencia, la corrupción estaba a la orden del día y el desánimo era grande. En la euforia que siguió al ascenso al poder de Chavez, siguieron medidas disfrazadas de “bien común” “bien mayor” “estado superior” “ideal bolivariano” en las que incluían la pacificación de Venezuela y servían para prevenir el crimen y la violencia armada. Es así que tomando los protocolos de desarme de ONU para países en conflicto y el nefasto manual de desarme que circula entre las luminarias de bajo voltaje en la región, se idea un plan de prevención de la violencia y el control de armas. Entre muchos desarmistas mentirosos que “vendieron” esa panacea “progre” y que resultó un negocio ideal para los que estaban en el poder, nos encontramos con Gabriel Conte y Martín Appiolaza. Dos personas de Mendoza, capital nacional argenta del desarme y a raíz de esto, crisol de la proliferación de las bandas narcos armadas, cifras siderales de muertes en hechos de delincuencia y bastión de la pérdida de derechos individuales (Santa Fe no se le queda atrás y la pcia de Buenos Aires ya habia puesto los dos pies en esa doctrina con Scioli) fueron un tiempo a “asesorar” al gobierno de Chávez en el comienzo del camino a lo que iba a ser un totalitarismo constitucional.
Es así que la tarea de Conte y Appiolaza, que ocupaban en el 2006 cargos en “organismos internacionales” que se encargaban del poco especificado “tema de la violencia”, se enmarcaba en una reforma integral del sistema de seguridad que debía poner fin a la violencia armada estatal e institucional apadrinada por Amnistía Internacional.
Fiel al manual anti derechos individuales, extendiendo la culpa a la mayoría y no focalizando el problema, Appiolaza afirmó en ese momento que “El objetivo es bajar la violencia armada y mejorar la capacidad de control de las policías. Hay un nivel alto de violencia armada que ha ido creciendo al ritmo de toda América Latina”, Conte le agregó las cifras incomprobables de las armas ilegales, claves de la mentira desarmista: “Hay estimaciones que hablan de 9 millones de armas entre legales e ilegales.” Y es así que concluyó que “Tenemos que trabajar sobre acciones a corto, mediano y largo plazo”…
Dichas acciones que el gobierno chavista impulsó al poco tiempo incluyeron reformas constitucionales (una de las tantas que sufriría ese país) para centralizar el poder policial y que quedara bajo el poder político. Appiolaza sabía lo que había pasado en Mendoza en el ´98 y ahora se ven las consecuencias. En vez que la policía actúe independientemente bajo la lupa de un organismo de control, la policía actúa bajo la órbita del político de turno… eterno en el caso del populismo. Otro eje, promovido en este caso por el experimentado en la materia de desarme Conte, fue la entrega de armas. Esa iniciativa se aplicaró dentro de la “Misión Desarme” que ya Chavez había comenzado.
Al mismo tiempo se afianza el “sistema de participación comunitaria” que utilizaba la Revolución Bolivariana. Eran comisiones multisectoriales de vecinos, organizaciones comunales de base a la que asistían representantes del gobierno que más tarde, y después de ser purgadas, mutarían en los infames colectivos bolivarianos. Lo que Appiolazza y Conte al día de la fecha no se critican es que gracias a las estructuras de desarme civil que ellos entre tantos otros contribuyeron a formar y fomentaron, el poder antidemocrático encontró un pilar para sostenerse sin mancharse las manos.
“Hay mucha efervescencia ideológica de ambos lados y mucha vocación de cambiar lo que está mal. El problema es que hay puntos de vista muy diferentes entre gobierno y oposición. Lo positivo es que hay mucha movilización popular y pasión para encarar las reformas, lo que resta definir es cómo se hacen”, sentenció Conte en el 2006. Ahora sabemos como se hicieron. La mentira desarmista se reveló con sangre y muertos
Los colectivos bolivarianos, por ser entes populares militantes del modelo central, tuvieron acceso a las armas y a los beneficios (escasos como siempre sucede en estos estamentos) que su fervor partidista les otorgaba. Son las patotas que se llevan la comida después de los militares chavistas, son los balean a los manifestantes desarmados, son los que arrearon a los indecisos a votar, los que hostigan, los impunes y lo pueden hacer porque tienen el monopolio de la violencia.
Algo parecido se viene gestando desde hace años en Argentina. Quizás el ejemplo más evidente sea el caso de Santa Fe, en donde desde el 2014 comenzó la persecución a los legítimos usuarios con Corral. se puso a todos dentro la misma bolsa. Criminales y honestos eran lo mismo. El manual desarmista de la Red Argentina para el Desarme que aplicaron personas como Conte y Appiolazza, estaba en auge y poniendo trabas a los honestos, el crímen descendería. Hostigando a las armerías y comerciantes, los contrabandistas de armas dejarían de proveer a los narcos y ladrones. Dificultando los trámites a los tiradores y personas dentro de la ley, haría que los delincuentes entregasen sus armas… Es un pensamiento, cuanto menos, idiota. Al día de hoy, con solo encender la TV o entrar en algun portal de internet sabemos la policía sigue infiltrada por mafias, los crimenes y delitos no bajan y las armas ilegales, muchas que son de imposible acceso a los legitimos usuarios, siguen apareciendo en los operativos policiales. Ahora Reniero, secretario de Control de las Fuerzas de Seguridad en Santa Fe pide ayuda a las cuestionadas autoridades del ANMAC para insistir con estas politicas erradas.
El desarme civil no sirve porque es una mentira y es usado como excusa para proteger y formar núcleos mafiosos muy rentables. Es la herramienta de los opresores y la base de la caja del dinero en negro. Cuánto falta para que las mafias policiales, las bandas narcos y la patota politica y sindical tome la fuerza de los colectivos bolivarianos e impunemente haga de las suyas? Cuanto falta para que seamos México? Por más buena voluntad que tenga el gobierno actual, si continua por este camino, la libertad de los individuos y sus derechos constitucionales dejarán de existir. Si se lucha por sostener la democracia y la república, las politicas de desarme civil deben dejarse de lado. Ejemplos en mundo sobran, falta gente con ganas y coraje de hacer un cambio verdadero.
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