La Biblia y el Derecho a las Armas

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La Biblia y el Derecho a las Armas

Por Gustavo Rubio

 

Uno de los conceptos más frecuentes usado por los desarmistas para argumentar sus mentiras radica en una unión relación que hacen entre arma de fuego y crímen o violencia. Es decir, para esos grupos turbios y con agenda propia, la simple tenencia  legal de un arma en el hogar es una causa segura para un crimen. Esta relación que efectúan tiene el mismo rigor lógico de pensamiento que afirmar que la naturaleza del hombre lo llevará a la violación por el simple hecho natural de tener un pene. O que las mujeres, por sus atributos, están destinadas a la prostitución. Por esa extensión lógica, la disponibilidad de cualquier tipo de armas tendría que ser considerada como la causa de un crimen potencial.
Esta falacia conceptual (intencional en la mayoría de los casos) muchas veces viene acompañada de una moralina que se nutre, otra vez de manera embustera, de conceptos religiosos mal entendidos tratando de generar un aura de superioridad moral y ética discursiva que si bien a simple viste puede parecer cierta, si se la analiza y cuestiona, no puede estar más alejada de la realidad.
Recuerdo, en mi paso como profesor de religión, una charla con unos sacerdotes dominicos y jesuitas, una especie de River Boca histórico en donde esas ramas del catolicismo estudioso nos ayudaron a esclarecer este tema. Luego, cuando estuve a cargo del curso de religiones comparadas, dichos conceptos se volvían a repetía con los pares judíos, protestantes e islámicos. El problema no son las armas, el problema son las acciones del ser humano.
Ahora bien, como sociedad en donde la moral judeocristiana históricamente tiene un rol prevalente en la formación filosófica del pensamiento general podemos encarar el tema de la tenencia de armas legales desde un punto bíblico.
Lo mejor sería empezar por el principio, en el Génesis, en donde hacemos referencia a lo que se decía anteriormente. En este capítulo tenemos el primer asesinato de la “historia”. Una explicación alegórica, como todo en la Biblia, que nos sirve como punto de partida: Caín ofreció un sacrificio inaceptable a Dios, y Caín estaba molesto porque Dios le insistió que hiciera lo correcto. En otras palabras, Caín se enojó porque no podía hacer lo que se le daba la gana, no había seguido las leyes y Dios se había enojado con él. En vez de obedecer a Dios (la Ley) Caín, decidió asesinar a su hermano Abel (que cumplía con la ley). La biblia no dice si el arma usada fue un cuchillo o una roca, eso no es relevante, el punto es que la causa de la muerte de Abel fue la maldad de Caín, el actuar fuera d ela ley y no la disponibilidad del arma homicida. La respuesta de Dios (la Ley) no fue el prohibir el uso de rocas o cuchillos, o cualquiera que haya sido el arma usada por Caín, sino desterrar al asesino. Se castiga a la persona, no al objeto inanimado. Algo que hace varios siglos atrás la gente tenía más claro que muchos vanguardistas actuales.
Muchos desarmistas dan por entendido que Jesús impuso un pacifismo a ultranza, una victimización de las personas. El ser creyente impone la ser victima, ser un márti pasivo. Se cita a Mateo 5:38-39 como prueba de esto. En esos versículos se lee “Ustedes han oído que se dijo: “Ojo por ojo y diente por diente.” Pero yo les digo: No resistan al que les haga mal. Si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, vuélvele también la otra.”
El famoso Sermón de la Montaña, de donde se toma este pasaje, se refiere a la conducta justa de una persona. En este pasaje, Cristo está aclarando una confusión que había llevado a la gente a pensar que la conducta apropiada para el gobierno civil–es decir, dar retribución, impartir justicia–también era apropiada para un individuo. Eso sí, está bien claro: tenemos sólo dos mejillas.
Como muchas cosas del Nuevo Testamento Cristo estaba corrigiendo, tirando por elevación, a las autoridades que manejaban las leyes y estaban instruidos en el tema, a esos líderes religiosos que habían  tergiversado la enseñanza de que “ojo por ojo” se aplicaba a la venganza privada. “Todo el que infrinja uno solo de estos mandamientos, por pequeño que sea, y enseñe a otros a hacer lo mismo, será considerado el más pequeño en el reino de los cielos…. ” (Mateo 5:19). Es decir que Cristo no estaba enseñando algo diferente respecto a que la autodefensa, no estaba diciendo que fuera inapropiada. La referencia a “ojo por ojo” fue tomada de Éxodo 21:24-25 que trata de cómo el magistrado debe reaccionar frente a un crimen. Es decir, el castigo debe ajustarse a la delincuencia. Los líderes religiosos de los días de Cristo habían torcido un pasaje de sus leyes que se aplicaba al gobierno y lo habían usado como un principio de venganza personal. Tomaban las leyes para su servicio y no para el del pueblo…
Es así que la Biblia distingue claramente entre las funciones del magistrado civil (vendría a ser el concepto actual de gobierno) y los deberes de un individuo. Es decir, Dios había delegado a los magistrados civiles la administración de la justicia dejando a los individuos la responsabilidad de proteger sus vidas de los atacantes y no al revés.
Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento aprueban la defensa personal del individuo, aun si esto significa tomar la vida del agresor en determinadas circunstancias. Éxodo 22:2 nos dice: “Si el ladrón fuere hallado forzando una casa, y fuere herido y muriere, el que le hirió no será culpado de su muerte” En palabras modernas estaríamos hablando de la legítima defensa privilegida (nocturnidad, escalamiento, fractura, presencia de un extraño etc)  También encontramos en Proverbios 25:26 que “El justo que vacila ante el malvado es como un manantial turbio y un pozo contaminado.” En otras palabras, no tenemos obligación ni moral ni religiosa  a entregar nuestra vida, que es un don de Dios, a los malvados. Es un grave error igualar a una sociedad civilizada con una en la que las personas decentes se convierten en víctimas indefensas para que los delincuentes y criminales se abusen. Más nefasto es aún cuando los mismo que gobiernan imponen esa obligación inmoral.
¿Cuál sería el rol del Gobierno entonces? Como habíamos dicho la Biblia señala como primer asesinato al de Caín al matar a su hermano Abel. La respuesta de Dios no fue registrar las rocas o cuchillos  e imponer una verificación de antecedentes de los que compraron arados o cualquiera que haya sido el instrumento que Caín usó para matar a su hermano. En cambio, Dios lidió con el criminal. Vemos que muchos hoy en día rehúsan aceptar este hecho como parte de la explicación moral-religiosa del derecho a tener armas. Es más, en la Biblia, Dios nunca ha mostrado interés en el control de los medios de violencia. El siempre ha exigido el castigo del malhechor, con el propósito de restaurarlo (la  excomunión y la restitución son parte de este proceso, etc). El control del individuo se deja al gobierno de su propio corazón. Cuando el individuo no puede regir su propia conducta, entonces el gobierno civil ejecuta el castigo.
Hoy la “sabiduría” de los desarmistas ha decretado zonas libres de armas, que son invadidas por terroristas o desquiciados armados hasta los dientes.En ninguna parte de la Biblia Dios decreta previsión alguna para hacer frente a los instrumentos del delito. Él siempre se centra en las consecuencias para un individuo de sus acciones. Las advertencias sobre el cielo y el infierno sólo se aplican a las personas, no a las cosas. La responsabilidad sólo se exige del individuo, no de los objetos. Si este principio filosófico, que se fijó firmemente en el derecho de ley común, persistiera hasta el día de hoy, nos daríamos cuenta que las resoluciones direccionadas al desarme civil existentes carecen de una legitimación moral que las justifique y fundamente.
La responsabilidad del individuo incluye hacerse cargo de los daños si un arma de fuego queda al descubierto de una manera negligente. Pero la protección contra accidentes no debe hacernos más vulnerables a un ataque criminal. El arma de fuego para la autodefensa debe estar disponible en caso de emergencia. Penalizar al propietario legal, inculparlo de antemano porque otra persona usó un arma criminalmente, viola también un precepto básico de las Escrituras: “La justicia del justo será sobre él, y la impiedad del impío será sobre él.” (Ezequiel 18:20 b)
El resistir un ataque criminal no debe ser confundido con tomar venganza, que es el dominio exclusivo de Dios (Romanos 12:19).  La “venganza” (antigua retribución o en día justicia) ha sido delegada por Dios al “magistrado civil” (seria el poder judicial), que como leemos en Romanos 13:4: “es servidor de Dios para tu bien, pero si haces el mal, teme; porque no lleva la espada en vano, porque es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo.”
Defenderse durante un ataque criminal si está permitido. Lo que está prohibido es la venganza, como por ejemplo, seguir sigilosamente a un criminal cuando el Estado ya intervino.  Lamentablemente, es precisamente este punto el que confunde a los pacifistas cristianos.  Ellos piensan que Jesús en el Sermón de la Montaña, al enseñarnos a dar la otra mejilla, nos daba un nuevo mandamiento de no defendernos contra los malvados.  Pero Jesús se refería a la prohibición de vengarnos cuando alguien nos insulta, no estaba hablando de cuando nuestras vidas están en peligro. (Mateo 5:39)
Consideremos también que el sexto mandamiento nos dice “No matarás”. En el siguiente capítulo, Éxodo 22, Dios le dio a Moisés muchos ejemplos de las situaciones que requieren la pena de muerte. Dios claramente no nos ha dicho que nunca debemos matar, Él nos ha prohibido el asesinato, lo que significa que no debemos tomar una vida inocente. Tengan en cuenta también que el magistrado civil debe ser un terror para los que hacen el mal. El magistrado ¨está al servicio de Dios para impartir justicia y castigar al malhechor.” (Romanos 13:4)
Ahora bien, un pacifista cristiano o un desarmista puede argüir que Dios cambió de opinión después  que le dió a Moisés los Diez Mandamientos en el Monte Sinaí, que Cristo anuló los Diez Mandamientos, y todas las razones por las cuales se puede matar a un ladrón  descritas en Éxodo 22. Pero el escritor de Hebreos deja en claro que esto no puede ser, ya que “Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos.” (Hebreos 13:8)  En el Antiguo Testamento, las palabras del profeta Malaquías nos hablan de Dios de esta manera: “Yo, el Señor, no cambio.” (Malaquías 3:6)
Pablo se refería a la inmutabilidad de la Palabra de Dios cuando escribió  que “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, que el hombre de Dios sea perfecto , enteramente preparado para toda buena obra. ” (2 Timoteo 3:16-17)  Es evidente que Pablo consideró que toda la Escritura, incluyendo el Antiguo Testamento (compartida con nuestros primos judíos), era beneficiosa para capacitar a los cristianos en todos los aspectos de la vida.
También debemos considerar lo que Cristo le dijo a sus discípulos durante la última cena: ” Pero ahora, el que tiene bolsa, tómela, y también un saco, y el que no tenga espada, que venda su manto y compre una. ” (Lucas 22:36) Si trazamos un paralelismo, la espada era la mejor arma ofensiva a disposición de un soldado de esa época como los romanos lo demostraron por siglos, algo así como el equivalente en esos tiempos al famoso fusil de asalto. Es decir, Cristo promueve la defensa personal y de los bienes de quienes no buscan causar daños.
Probablemente un desarmista instruído (un oxímoron) objete que sólo unas pocas horas más tarde, Cristo reprendió a Pedro, quien usó una espada para cortarle la oreja a Malco, siervo del sumo sacerdote. Malco había ido a buscar a Jesús en compañía de un destacamento de tropas.Cristo le dijo a Pedro en Mateo 26:52-54 “Guarda tu espada —le dijo Jesús—, porque los que a hierro matan, a hierro mueren.  ¿Crees que no puedo acudir a mi Padre, y al instante pondría a mi disposición más de doce batallones de ángeles? Pero entonces, ¿cómo se cumplirían las Escrituras que dicen que así tiene que suceder?”En el pasaje paralelo en Juan 18, Jesús le dice a Pedro:”¡Vuelve esa espada a su funda! —le ordenó Jesús a Pedro—. ¿Acaso no he de beber el trago amargo que el Padre me da a beber? ” Más allá de la explicación de que Cristo debía cumplir con la la Salvación del Plan de Dios queda claro que mientras Cristo le dijo a Pedro, “¡Vuelve esa espada a su funda! ,” no le pidió que se deshiciera de ella. La espada de Pedro era para que protegiera su propia vida o la de otros de algún peligro mortal pero su espada no era necesaria en ese momento.
Años después de Pentecostés, Pablo escribió en una carta a Timoteo “Pero si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe y es peor que un incrédulo.” (1 Tim. 5:8)  Este pasaje se aplica a nuestro tema, ya que sería absurdo adquirir una casa, comprar la comida y los aparatos eléctricos para la familia, y luego negarse a instalar cerraduras y proveer los medios para proteger a la familia y la propiedad. Del mismo modo que sería absurdo no tomar, de ser necesario, la vida del ladrón de noche para proteger a los miembros de la familia. (Éxodo 22:2)
Un concepto relacionado, y aún más amplio, se encuentra en la parábola del Buen Samaritano.  Cristo se refirió al resumen de todas las leyes del Antiguo Testamento en dos grandes mandamientos: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.” (Lucas 10:27)  Cuando se le preguntó quien era nuestro vecino,  Cristo contó la parábola del buen samaritano. (Lucas 10:30-37)  El buen vecino fue el samaritano que se hizo cargo de la víctima del atraco.  Los otros que caminaron a su lado e hicieron caso omiso de la víctima no actuaron como buenos vecinos de él. A la luz de todo lo que hemos visto que enseñan las Escrituras,  ¿podríamos acaso decir que sería mejor “volver la otra mejilla,” que salvarle la vida a un vecino, disparándole a su atacante? La Biblia no habla de tal derecho.   Sólo habla de nuestra responsabilidad ante un ataque–como criaturas individuales hechas por Dios, como cabezas de familia o como buenos vecinos.
El Antiguo Testamento también nos dice mucho sobre la relación positiva entre la justicia y la autodefensa, entre el derecho de los individuos a tener armas y la fuerza de un país. La auto defensa engrandece a la nación.  Deja en claro que en tiempos de rebelión nacional contra el Señor Dios, los gobernantes de la nación reflejará la degradación espiritual de las personas y el resultado es una negación de los mandamientos de Dios, la arrogancia de los funcionarios públicos, el desarme y la opresión.
Cuando Saúl perdió el reino de Israel los filisteos fueron capaces de derrotar a los Judios y ponerlos en cautiverio.  Tan grande fue la esclavitud ejercida por los filisteos que: “En todo el territorio de Israel no había un solo herrero, pues los filisteos no permitían que los hebreos se forjaran espadas y lanzas.  Por tanto, todo Israel dependía de los filisteos para que les afilaran los arados, los azadones, las hachas y las hoces — así que ninguno de los soldados israelitas tenía espada o lanza, excepto Saúl y Jonatán.” (1 Samuel 13:19-20, 22) Hoy en día, los mismos objetivos de los filisteos se llevaría a cabo por un opresor que prohíba tener armas.  La espada de hoy es el arma de fuego, ya sea pistola, rifle o escopeta.  El control de la espada de los filisteos equivale hoy en día al control de armas de los gobiernos que no confían en sus pueblos con armas.
Por otro lado, durante una de las tantas reconstrucciones de Israel, tenemos a Nehemías y a los que reconstruyeron las puertas y las paredes de Jerusalén.  Ambos eran constructores y defensores, cada hombre  – cada siervo – armados con su propia arma:”Tanto los que reconstruían la muralla como los que acarreaban los materiales, no descuidaban ni la obra ni la defensa.  Todos los que trabajaban en la reconstrucción llevaban la espada a la cintura.” (Nehemías 4:17-18)
Un país libre es compatible con las enseñanzas filosóficas de la Biblia o de cualquier religión seria ya que la raíz de sus objetivos está en el individuo y su libertad. Sin libertad ni autonomía no hay futuro personal y menos, un futuro como país.
Las personas que lo deseen deben tener acceso a armas para su defensa, la de su familia o sus bienes; para practicar un deporte o una actividad de esparcimiento; para coleccionar… o simplemente porque su naturaleza, su libertad le da el derecho. El gobierno no tiene motivos para querer un monopolio de la fuerza MÁS ALLÁ DE LA IMPOSICIÓN DE SU PODER, y el gobierno que desea ese monopolio es una amenaza para la vida, la libertad y la propiedad de sus ciudadanos.
La suposición de que sólo peligro puede resultar de las personas que portan legalmente armas se utiliza para justificar que el gobierno y sus allegados tenga el monopolio de la fuerza.  La idea de que uno no puede confiar que la gente posea y porte sus propias armas nos indica que nuestro tiempo, como el de Salomón, es de grandes riquezas potenciales, pero también de gran peligro para la libertad personal.
Si no hay una moral que rija las leyes y a nuestros gobernantes  tendremos un dictador que nos gobierne, quizás no de manera abierta sino a través de los que son moralmente más débiles e impunemente más poderosos: los delincuentes.

*basado en los escritos de Larry Pratt

One thought on “La Biblia y el Derecho a las Armas

  1. “porque las armas de nuestra contienda no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas;” 2 Corintios 10:4 Solo por esto un cristiano no usa armas terrenales

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